¿De qué hablamos realmente cuando decimos “regulación emocional”?
Hemos escuchado muchas veces sobre la importancia que tiene la “regulación emocional” pero, ¿realmente sabemos lo que significa?. Si te interesa, sigue leyendo a continuación.
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¿Qué son las emociones?
Las emociones se definen como reacciones automáticas y subjetivas ante eventos o situaciones, ya sean internos (como un recuerdo) o externos (como un conflicto). Estas reacciones conllevan cambios en el pensamiento, las sensaciones físicas y en los impulsos de acción, es decir, en cómo nos sentimos motivados a actuar. Las respuestas emocionales son una parte natural de la experiencia humana y desempeñan un papel fundamental en nuestra interacción con el mundo y en nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás.
¿Cuál es la función de las emociones?
Las emociones son esenciales para el funcionamiento y supervivencia, ya que cumplen diversos propósitos. En primer lugar, organizan nuestro comportamiento al impulsarnos a actuar de maneras específicas, influyendo de forma significativa en lo que decidimos hacer en distintas situaciones. En segundo lugar, las emociones juegan un papel clave en la comunicación con otras personas ya que nos permiten transmitir información sobre cómo nos sentimos, incluso sin palabras, y ejercer influencia en su comportamiento, aunque no siempre seamos conscientes de ello (como cuando alguien nos brinda su ayuda al darse cuenta de que estamos tristes). Por último, las emociones también funcionan como señales de alerta y nos comunican información sobre nosotros mismos, la situación o el entorno. Esto nos lleva a prestar mayor atención a ciertos elementos del contexto o a tomar acciones particulares (como huir al sentir miedo luego de detectar un peligro).
¿Dificultades en la regulación de emociones?
Cuando hablamos de dificultades de regulación emocional, a menudo imaginamos reacciones emocionales extremadamente intensas y abrumadoras, sin embargo, estas abarcan un gran espectro de comportamientos, desde problemas para identificarlas y nombrarlas, hasta intentos excesivos por desactivarlas o suprimirlas (lo que incluye la disociación). Las dificultades en la regulación emocional interfieren en la capacidad de que las emociones cumplan su función esperada en contextos específicos, algo que puede ser muy problemático si, por ejemplo, la ira nos lleva a dañar algún objeto cuando lo que necesitábamos era defender firmemente nuestros derechos frente a otra persona.
¿A qué se deben estas dificultades?
Las dificultades de regulación emocional pueden estar mediadas por diferentes factores entre los que se encuentran el déficit de habilidades, las consecuencias que se obtienen del entorno, el estado de ánimo, la sobrecarga emocional, los mitos sobre las emociones y nuestra propia biología.
Pero, ¿Qué es realmente la regulación emocional?
A diferencia de lo que frecuentemente se cree cuando se menciona “regulación emocional”, esta no tiene que ver con eliminar o suprimir las emociones. Por el contrario, se trata de poder estar con ellas y de identificar las sensaciones fisiológicas, los pensamientos y los impulsos que nos generan, para reconocer de una manera más efectiva lo que nos están comunicando y proceder en dirección a nuestro bienestar y metas a largo plazo. Sin embargo, esto no significa que todas las emociones que experimentamos estén acorde a los hechos objetivos (como al sentir culpa por una discusión en la que ni siquiera participamos) o que siempre debamos actuar según lo que nos motivan a hacer, por lo que en ocasiones sí puede ser necesario cambiar una parte de nuestra experiencia emocional (hacer cosas que generen otras emociones, cambiar nuestra manera de evaluar la situación, etc).
A pesar de esto, intentar suprimir o evitar las emociones aumenta el sufrimiento al ser una tarea imposible y desgastante. En contraste, aprender a estar con ellas, siendo conscientes de los pensamientos, sensaciones e impulsos que provocan, incluso en presencia de emociones muy intensas, nos ayuda a tomar distancia para identificarlas como experiencias naturales y temporales, sin necesariamente dejarnos arrastrar siempre por los impulsos que nos genera, aún en presencia de emociones muy intensas. Por tanto, la habilidad de sentir y estar con nuestras emociones, sin necesariamente actuar o de querer suprimirlas, constituye el verdadero punto de partida en la regulación emocional, permitiéndonos tomar decisiones, que nos ayuden a resolver situaciones de forma efectiva (lo cuál es el verdadero objetivo de nuestras emociones). Aunque el proceso puede ser complejo, es una destreza que podemos cultivar sin importar nuestra edad o incluso el nivel de habilidad que consideremos tener.
Recuerda: las dificultades significativas de regulación emocional pueden impactar de forma muy negativa la calidad de vida y las relaciones con otras personas, por lo que si sientes que tienes problemas en esta área que están afectando tu vida cotidiana, es muy importante que acudas con un profesional en salud mental.
Referencias:
LeDoux, J. E. (2012). Rethinking the emotional brain. Neuron, 73(4), 653-676. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2012.02.004
Linehan, M. M. (2014), DBT Skills Training Manual, 2nd ed. New York, NY, Guilford Press.
Mennin, D. S., y Fresco, D. M. (2014). Emotion regulation therapy. In J. J. Gross (Ed.), Handbook of emotion regulation (p. 469-490). The Guilford Press.
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